• Dólar
  • BNA $892.5 ~ $932.5
  • BLUE $1385 ~ $1385
  • TURISTA $1428 ~ $1428

22 C ° ST 21.27 °

Unión Radio 91.3 en vivo

Alberto Fernandez y un año de gobierno

08 Diciembre de 2020 22.31

Luego de un año de gobierno, lo mas difícil es asimilar que faltan otros tres. Muchos argentinos de bien, desesperanzados por una gestión que terminó a los tumbos como la de Mauricio Macri, creyeron en serio que Alberto Fernández intentaría unirnos y cerrar la grieta, en el marco de un gobierno respetuoso de una básica institucionalidad. Esa ilusión se terminó. El presidente que llegó como una instancia superadora y había diagnosticado con precisión los desastres del kirchnerismo dio una vuelta de 180 grados y se convirtió en el que vino a terminar lo que Cristina dejo inconcluso. Los gobernadores, en quienes muchos argentinos depositaron el rol de dique de contención y soporte de Alberto en ese difícil equilibrio de la coalición Frente de Todos, deberían recordarle que ese modelo dejó una situación social y económica insostenible y termino perdiendo sucesivas elecciones.  

Argentina ha pasado a ser un país extremadamente vulnerable, como lo demuestran los datos de pobreza. El 44,2% de pobres es un dato que interpela a toda la dirigencia política que constantemente demuestra su falta de interés por los problemas reales de la gente. Hay muchos países con problemas de pobreza, pero Argentina y Venezuela son los dos únicos que aumentaron su nivel de pobres en los últimos 10 años. Pero lo mas grave no es la foto sino la tendencia, que muestra un aumento sostenido de la pobreza desde hace 20 años. Esta demostrado que la única forma de crecer y en consecuencia reducir la pobreza es la inversión privada cosa que permanentemente mencionan en el entorno del presidente? pero en lugar de estimularla hacen todo lo posible para espantarla.

En efecto, Argentina se ha convertido este año en un gran exportador, pero de talento. Es increíble que empresas grandes y pequeñas abandonen el país sin que se escuche una palabra ni se busquen incentivos para retenerlas. La industria del conocimiento, que desde 2015 se convirtió en una usina de trabajo y generadora de divisas cae dramáticamente con cantidad de emprendedores que llevan sus proyectos fuera del país.  La ley de la industria del conocimiento sigue guardada en un cajón sin que se expliciten las razones mientras se pierden ingresos por exportaciones de servicios.

El argumento del gobierno, para justificar los resultados de un pésimo año, es que fuimos azotados por la pandemia. Esto no es así, porque basta ver los números de otros países de la región y del mundo para comprobar que fue la gestión de la pandemia lo que arrojo estos tristes resultados. La síntesis es que no fue la pandemia, sino la cuarentena. Con la promesa de salvarnos de la peste, nos hundimos en una catástrofe económica. El resultado fue que somos el cuarto país del mundo en muertes asignadas al Covid por habitante y el noveno en destrucción del PBI. Si comparamos con la región, la caída del PBI este año será de aproximadamente 12%, el doble que Brasil y Chile y el triple que Paraguay y Uruguay.

El correlato de estas cifras es que la pobreza ha subido 11 puntos, cuatro veces mas que en Brasil, Paraguay y Uruguay y el doble que en Bolivia y Chile. Además, como durante los años de vacas gordas y soja a 600 dólares fuimos incapaces de ahorrar, sino que nos dimos el lujo de aumentar el gasto publico de 24 a 48 puntos de PBI, nos encontramos con que no tenemos herramientas para atemperar, aunque sea medianamente el diluvio universal. Para darnos una idea, Perú acaba de colocar deuda a 100 años al 1,7% sobre la tasa del bono americano mientras que el riesgo país argentina hace que sus bonos rindan el 16%. Leyó bien: aproximadamente 10 veces más que Perú.

La ayuda que otorgó el gobierno para contrarrestar la pandemia ascendió al 1,6% del PBI. Nada comparado con otros países de la región. Además, como no tenemos acceso a fuentes de financiamiento genuinas, la ayuda se financió exclusivamente con emisión monetaria, que como es esperable se tradujo en brecha e inflación futura. En el medio, y ante la desesperación porque el dólar volaba por el aire y la brecha llegaba al 130%, el gobierno apeló al recurso de malvender los bonos en poder de la Anses (la plata de los abuelos como diría el presidente) para bajarla, pero al costo de endeudarse al 16% anual.  

La contracara de la desmesurada impresión de billetes fue el aumento de las Leliqs, aquellas que el presidente iba a eliminar para financiar el aumento del 20% a los jubilados. Hoy son el triple de las que recibió. Increíble pero real. Si hacemos un racconto, el tipo de cambio se triplicó (recordemos que en opinión del presidente a 60 estaba bien), la deuda a pesar de la restructuración aumentó 20.000 millones de dólares, se evaporaron los 11.000 millones de reservas cash existentes al 10 de diciembre, el déficit será del 10,5% del PBI, sin considerar el cuasi fiscal que es perdida del Banco Central, se perdieron 320.000 puestos de trabajo y se aumentó la presión impositiva.

Pero como ya la situación no da para mas, el gobierno se ve en la obligación de encarar un ajuste tradicional y así se les pega el manotazo a los jubilados, se vienen los aumentos de tarifas (aunque ahora se prorrogan hasta marzo), subirán las tasas de interés y se terminarán los IFES y ATPs. Pero en lugar de contarle a la gente la verdad y el porque tienen que hacerse las cosas, se edulcora todo de relato y se le tira la pelota al gobierno anterior argumento que ya nadie puede tomarse en serio. Seguramente, como el ajuste se hará sin convicción y sin un plan coherente, el resultado será tan malo como la gestión que lo implemente. En ese contexto es imposible que la inversión privada se recupere y que la gente que esta en condiciones de invertir apueste por el país. Seria importante que el equipo de gobierno tome el pulso del sector privado y se de cuenta que tanto en los empresarios grandes como en los pequeños el desanimo y la falta de incentivos es total sabiendo que sin ellos es imposible cualquier tipo de recuperación. 

Si queremos que la Argentina de vuelta la pagina y cambie el rumbo hace falta un gran acuerdo sobre los temas centrales que han hecho que estemos en este tobogán sin fin. Estos son como mínimo un compromiso al respeto de las instituciones, un acuerdo respecto al tamaño que debe tener el Estado, un acuerdo respecto al modo de financiarlo y como adecuar el mercado de trabajo para que sea compatible con los desafíos del siglo XXI. Lamentablemente, en lugar de esa agenda, Fernandez propone el aborto, la suba de impuestos, el cambio de mayorías para elegir al procurador y la reforma de la justicia. Así no hay salida.