Servidores del Santuario rindieron su homenaje a la Madre Morena

En la noche del sábado, rindieron su homenaje a la Virgen del Valle Servidores y Colaboradores del Santuario Catedral: Sacerdotes, Seminaristas, Damas de la Virgen, Ministros Extraordinarios de la Comunión, Equipo de Liturgia, Comunicadores de María, Sacristanes, Guardianes de la Virgen, Colectores, Florería, Secretaría, Hospedaje del Peregrino, Sala de Promesas, Servidores Marianos, Servidores del Beato Mamerto Esquiú, Voluntarios de María Solidaria, Consagrados de María, Servidores de la Salud (Cadena de la Virgen), Equipo de Historia y Redacción de la Revista Stella,  Museo de la Virgen, Músicos y Coros, Archivo, Grupos de Oración del Santo Rosario, Santería Madre Morena, Custodios y Protocolo, Apostolado de la Oración, y Vicaría Diocesana de Asuntos Económicos de la diócesis.

La Santa Misa fue presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanč, y concelebrada por el capellán del Santuario mariano, presbítero Ramón Carabajal. En el comienzo de su homilía, Mons. Urbanč dedicó unas palabras a los alumbrantes de esta celebración. “Desde ya, en nombre de todos los devotos y peregrinos y mío propio, les agradezco su humilde, generosa y perseverante colaboración eclesial”. Y a continuación se refirió a la celebración que una hora antes había realizado en el solar de la Gruta de Choya, al que declaró oficialmente como Santuario. “Realmente un mimo más de Dios y la Virgen a sus hijos” consideró, y agregó: “No me cabe la menor duda que las gracias divinas lloverán abundantes sobre aquéllos que concurran piadosamente a adorar a Dios y venerar a la santa Madre de nuestro Señor Jesucristo”. Entonces pasó a realizar algunas recomendaciones espirituales y prácticas a cuantos peregrinan a ese Santuario”.

Aprender a esperar

Después se refirió al tiempo litúrgico del Adviento que se inicia. “Nueva oportunidad para que aprendamos a esperar, para que aprendamos a vivir esperando, para que no pretendamos obtener enseguida lo que queremos, aunque se trate de Dios y de la visión de su rostro; es el tiempo del intervalo, de la capacidad de hacer, mientras tanto, una pausa, una especie de suspensión de reclamos y de la pretensión de obtener inmediatamente lo deseado”, manifestó.

Luego meditó sobre las lecturas proclamadas. En relación con el Evangelio, en el que Jesús les dice a sus discípulos que estén prevenidos porque no saben cuándo llegará el momento final, Mons. Urbanč se refirió a “la exhortación a la vigilancia, en especial ante la expectativa del fin o de acontecimientos inesperados. Lo contrario de esta actitud es quedarse dormidos en sentido metafórico, que habla de una actitud irresponsable por parte de quien debe vigilar”. Después de algunas consideraciones, señaló que “Jesús desea vitalizar a una comunidad para que no esté obsesionada con el deseo de conocer el final, sino que se preocupe por vivir y discernir tiempos y momentos en la escucha y la obediencia (…) Ciertamente es una espera continua e intensa, pero no ansiosa ni temerosa, sino llena de confianza, serenidad, alegría y responsabilidad”.

Como cada noche, cerró su homilía invocando a la Virgen: “Querida Madre del Valle, Virgen de la Esperanza, ayúdanos a ser discípulos-misioneros de Jesucristo para que el mundo tenga vida plena en Él, y puedan reinar la paz, la fraternidad, el respeto, la justicia, la verdad y el amor en esta tierra que se nos dio como 'don y tarea'. Te agradecemos que estés siempre con nosotros, sosteniéndonos con la Esperanza en tantos momentos de zozobra, dolor y oscuridad. Enséñanos a confiar más en Jesucristo, que está viniendo al encuentro de cada uno de nosotros para llegar el día y la hora menos pensada; que nos encuentre ocupados haciendo tarea que Dios nos encomendó, de manera que podamos ir a contemplarte en el cielo deseado. Socorre tierna Madre a todos tus hijos que están peregrinando para que logren llegar y te honren, depositando en tu corazón todos sus deseos y necesidades, como la de tantos de quienes traen sus pedidos”.

En el momento de las ofrendas, los alumbrantes acercaron al altar donaciones destinadas a la atención de los peregrinos, y el pan y el vino.
Antes de la bendición final del Obispo, toda la asamblea alabó a Virgen con el canto. Al finalizar la celebración litúrgica, se llevó a cabo el homenaje de los folcloristas a la Madre del Valle.