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Urbanc: “Roguemos por la sociedad atravesada por sufrimientos, desconcierto e inequidades”

01 Diciembre de 2020 12.54

En el segundo día de la novena en honor de la Virgen del Valle, durante la Santa Misa de las 21 presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, le rindieron homenaje a Nuestra Madre quienes prestan servicios en el ámbito de la salud pública y privada. Participaron de la Eucaristía, la Ministra de Salud, Dra. Claudia Palladino, entre otras autoridades.
La celebración eucarística se transmite a través de las redes sociales, también con lengua de señas.
En su homilía, el pastor de la Iglesia local continuó desgranando meditaciones sobre la Oración del Año Mariano Nacional, que concluirá el próximo 8 de diciembre, que había comenzado el primer día del novenario.
Sobre el texto: “Tú que albergaste al Hijo de Dios hecho carne, enséñanos a hacer vida el Evangelio, para transformar la historia de nuestra Patria”, destacó: “En primer lugar, hacemos profesión de fe que Ella es la Madre de Dios, pues concibió, dio a luz, educó, acompañó hasta la muerte a su Hijo, nuestro Salvador, fue testigo de su Resurrección, acogió al Espíritu Santo en comunión con los apóstoles y asumió la tarea de ser la madre de todos los redimidos por la Sangre de Jesucristo”.
Luego señaló que la Virgen “sea la Maestra de nuestra Fe para poder hacer Vida en nosotros los ejemplos y enseñanzas de Jesucristo, la única Buena Noticia indefectible para la vida y felicidad de la humanidad” y “le rogamos que nos ayude a ser patriotas, es decir, artífices de una realidad acorde a los valores del Evangelio, donde se respete la Vida en todos sus estadios, donde nos sepamos ver como hermanos, donde estemos atentos a socorrer a los más necesitados?”.
Más adelante se refirió a la temática propuesta para estos días de las fiestas de la Virgen: “necesitamos mirar a los santos para que nos alienten y acompañen en nuestro camino de ser santos a ejemplo de Jesucristo, único modelo perfecto de santidad”.
El Concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, afirma que «Todos los fieles cristianos, de cualquier condición y estado, fortalecidos con tantos y tan poderosos medios de salvación, son llamados por el Señor, cada uno por su camino, a la perfección de aquella santidad con la que es perfecto el mismo Padre» (Lumen Gentium, n° 11,c). Este llamado se hace concreto en lo cotidiano, en las pequeñas cosas que el Señor nos pide, en la fidelidad que tengamos a su Plan, en la medida que amemos más a Jesús. San Juan Pablo II nos decía que cuando ponemos nuestra vida en las manos de Dios, Él puede hacer grandes cosas con ella.
Entre otras citas, Mons. Urbanc recordó una del Papa Francisco: «No tengas miedo de la santidad. No te quitará fuerzas, vida o alegría. Todo lo contrario, porque llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser. Depender de él nos libera de las esclavitudes y nos lleva a reconocer nuestra propia dignidad».
Pasando a la Palabra de Dios proclamada, dijo que “la fe surge de la predicación, y la predicación alienta y alimenta la fe”, formulando algunas preguntas en relación con la carta de San Pablo a los romanos leída anteriormente: “¿Cómo creer en Jesús, si no se oyó hablar de Él? ¿Cómo oír, si no hay predicación? ¿Y cómo se predicará, si no hay enviados?” y después agregó: “Recemos los unos por los otros, pidiendo al Señor que sostenga la realización de nuestra vocación cristiana que es la de ser “discípulos-misioneros”, como Andrés, Pedro, Santiago y Juan, que, al instante, dejando las redes, lo siguieron”.
A continuación dio gracias a Dios por tantos evangelizadores y le pidió “a la Virgen Santa que percibamos a fondo la fuerza de algunas acciones relatadas por Mateo (lectura del Evangelio de ese día) «Vio a dos hermanos?Vengan conmigo? al instante? dejando todo? lo siguieron». Y que también nosotros tomemos decisiones valientes para nuestra vida, para nuestro mundo y para Dios? Roguémosle por nuestra sociedad, atravesada por tanto sufrimiento, desconcierto, violencia, inequidades y desesperanza. Amén”.